A lo largo de los últimos años algunos de los huracanes más devastadores han llegado durante este mes: Katrina, entre el 23 y el 25 de agosto de 2005, o Andrew, entre el 16 y el 28 de agosto de 1992, entre otros.
Sin embargo, se acabó el mes, y según los registros meteorológicos, durante este lapso de tiempo no se nombró a ningún huracán y solo tres tormentas llegaron a recibir un nombre.
Es algo que para los expertos es inusual: es la primera vez que ocurre desde 1997.
Y es mucho más inesperado después de que 2021 fuera un año récord en formación de huracanes (en una semana se registraron cuatro de estas tormentas al mismo tiempo).
Todo esto contrasta con lo que los observatorios meteorológicos habían previsto: que la temporada de huracanes sería muy similar a la del año anterior.
Para Jim Dale, meteorólogo de British Weather Services, la razón técnica para que esto haya ocurrido tiene que ver con una combinación de factores: aire seco y estable, con presencia de polvo del desierto del Sahara que evita la formación de tormentas, y vientos hostiles que han suprimido la generación de huracanes.
Para Dale queda claro que el cambio climático tiene relación con este tipo de comportamientos del clima, pero no es la única explicación.
«Hay que tener algo claro: no hay una sola respuesta a este fenómeno. Lo que vemos aquí es la suma de muchos factores que coinciden en este momento. Pero tengamos muy claro que la temporada no ha terminado», señala el meteorólogo a la BBC.
Tras finalizar agosto, entonces, comenzaron a aparecer los huracanes. Al primero de la temporada se le denominó Danielle.
Pero Danielle también ha sido inusual: es el más tardío primer huracán de la temporada en el Atlántico desde 2013.