Belén se enfrenta a una Navidad sombría y decide cancelar las festividades en medio de los conflictos en Gaza. Las autoridades del lugar de nacimiento de Jesús han optado por suspender las celebraciones navideñas, renunciando a las tradicionales luces festivas y al emblemático árbol de Navidad que suele iluminar la plaza del pesebre.
Esta decisión, motivada por el conflicto entre Israel y Hamás en Oriente Medio, representa un golpe considerable para la economía local, que depende en gran medida del turismo. Sin embargo, la alcaldesa Hana Haniyeh sostiene que la alegría festiva resulta insostenible en medio del profundo sufrimiento de los palestinos en la Franja de Gaza.
«Si bien la economía se ve afectada, al compararla con la tragedia que enfrenta nuestro pueblo en Gaza, palidece en importancia», expresó Haniyeh. La ofensiva aérea y terrestre de Israel contra Hamás ha dejado más de 18,700 palestinos muertos y más de 50,000 heridos, con alrededor del 85% de los 2.3 millones de residentes desplazados en el territorio.
La alcaldesa también destacó las dificultades de acceso a Belén y otras ciudades palestinas en Cisjordania ocupada por Israel, con largas filas de automovilistas esperando superar controles militares. Las restricciones han afectado la capacidad de muchos palestinos para trabajar en Israel, generando preocupaciones sobre las repercusiones económicas en la ya afectada economía palestina de Cisjordania.
El sector turístico palestino sufre pérdidas significativas, con el ministro palestino de Turismo informando pérdidas diarias de 2.5 millones de dólares, estimando que alcanzarán los 200 millones de dólares a finales de año. Las festividades navideñas anuales en Belén, compartidas entre las religiones armenia, católica y ortodoxa, representan un impulso esencial para la ciudad, donde el turismo constituye el 70% de los ingresos anuales. Sin embargo, las calles permanecen desiertas esta temporada, con la mayoría de las aerolíneas cancelando vuelos a Israel y más de 70 hoteles en Belén cerrando sus puertas, dejando a unos 6,000 empleados del sector turístico sin trabajo, según Sami Thaljieh, director del hotel Sancta Maria.